La cámara verde de Martine Desjardins

La cámara verde / Martine Desjardins ; traducción del francés a cargo de Luisa Lucuix Venegas. — Madrid : Impedimenta, 2018. — 247 p. ; 20 cm.

Vi este libro en el blog de Meg Raven, El cuervo de alas rotas,  y me llamó bastante la atención así que me hice con él, y hoy os lo traigo…

Sinopsis oficial:

Todas las casas tienen sus pequeños secretos, pero algunas los protegen con más ahínco que otras. Durante años, los engaños y vilezas de la familia Delorme han sido celosamente custodiados por las robustas paredes de su hogar, una mansión gótica situada en Mont-Royal, a las afueras de Montreal. Tras sus sesenta y siete cerraduras, el edificio ha ocultado las historias más perturbadoras de sus habitantes. Sin embargo, todas ellas saldrán a la luz con la irrupción de la intrigante y hermosa Penny Sterling. Con su llegada se desvelarán los pecados de los Delorme, incluyendo los cometidos en la habitación abovedada conocida como «la cámara verde», donde se esconde el espeluznante cuerpo de una mujer momificada que sujeta entre los dientes un ladrillo con una moneda de plata.

Impresión personal:

La familia Delorme es una familia peculiar, rara, rara, que diría el padre de Julio Iglesias. Su peculiaridad consiste en sus creencias religiosas, ellos no creen en ningún dios omnipotente, ni en lejanos dioses totémicos, ni nada de eso. Ellos creen en el rey de Inglaterra y en el poder del dinero, pero el dinero en su versión material. Su verdadera religión es ver crecer y acrecentarse su fortuna, las monedas, los billetes... Y si para ello deben privarse de lo más indispensable, pues se privan. Su mayor lujo es tomar agua caliente (supongo que en sustitución del té) y, en ocasiones especiales, Postum (una especie de infusión en polvo) de un frasco que no han gastado en veinte años…

Su racanez es extravagante, excesiva, incomprensible, pero será lo que hará que nosotros, como lectores, disfrutemos.

Tengo que comentar que al principio pensé que era una novela de misterio, debido a que comienza con el descubrimiento de un cadáver. Pero en realidad no es una novela policiaca o un thiller. Es una novela “costumbrista”, si se puede llamar así a la peculiar forma de vivir de esta familia.

Los personajes son tan extraños y estrafalarios como ridículos, pero en esa caracterización está la maestría de la autora. El nudo de la novela viene con la introducción en las vidas de estos personajes de una extraña, alguien ajeno a la familia, pero que puede llegar a ser una importante fuente de ingresos.

La historia transcurre en Canadá. Debo decirlo porque al hablar del rey de Inglaterra podría dar pie a pensar que es allí donde transcurre, pero no es así. Aunque por la descripción de la ambientación podría ser en cualquier sitio.

La peculiaridad de esta novela es que el narrador es la casa en la que habitan la familia Delorme. Es un narrador atípico y, por ello, original y diferente. “Humaniza” un objeto que tendrá sentimientos y pesares, y  nos contará cómo espera que la traten o la cuiden sus habitantes. Hay momentos en los que la casa no puede estar presente, y aquí aparecerá el narrador omnisciente típico de estos momentos.

Hacia la mitad de la novela hay un pequeño bajón, por lo menos para mí, pero en cuanto hace su aparición Vincent, el hijo de los Delorme, la trama repunta y se vuelve mucho más interesante. Qué avatares serán por los que tenga que pasar el pequeño Vincent con sus tías y sus padres… eso será el meollo de la cuestión.

El final de la novela es bastante bueno y acorde con el transcurrir de la trama. Yo llegué a adivinarlo un poquito antes de descubrirlo, pero aun así no le restó ni pizca de interés. Es un final redondo y perfecto.

En definitiva, una novela diferente, original, extraña, divertida en ocasiones debido a esas extravagancias, y absolutamente diferente. Y si tenéis curiosidad, sí, se llega a saber quién es el cadáver y cómo llega al lugar al que llega. Ah! y para daros una explicación la cámara verde es el sancta santorum de esta familia. Allí, en una especie de capilla reconvertida en caja fuerte, es dónde se guarda la fortuna familiar.