La chica del tren / Paula Hawkins
; traducción de Aleix Montoto. — 1ª ed.
— Barcelona : Planeta, 2015. — 493 p.;
23 cm.
Me costó mucho decidirme a leer La chica del tren. Todo el
mundo hablaba de ella, en muchos blogs la ponía por las nubes, en otros decían
que no era para tanto, pero no me entraban ganas de leerla hasta que se la
compró mi suegra. Si ya no tienes que comprarte la novela (ni en papel ni en
ebook) y la tienes tan disponible, ¿quién tiene valor para negarse? Pues
efectivamente acabé leyéndola. ¿Me gustó? Ahora os lo cuento.
Sinopsis oficial:
Estabas en el tren de las 8.04? ¿Viste algo sospechoso? Rachel, sí. Rachel toma siempre el tren de las 8.04 h. Cada mañana lo mismo: el mismo paisaje, las mismas casas… y la misma parada en la señal roja. Son solo unos segundos, pero le permiten observar a una pareja desayunando tranquilamente en su terraza. Siente que los conoce y se inventa unos nombres para ellos: Jess y Jason. Su vida es perfecta, no como la suya. Pero un día ve algo. Sucede muy deprisa, pero es suficiente. ¿Y si Jess y Jason no son tan felices como ella cree? ¿Y si nada es lo que parece? Tú no la conoces. Ella a ti, sí.«Un impresionante debut en el mundo del thriller.» The Guardian.
«Agárrate fuerte... Nunca sabes los horrores que acechan en la siguiente curva» USA Today.
«Nada como un posible asesinato para romper la monotonía de tu viaje diario en metro» Cosmopolitan.
Impresión personal:
Como veis la sinopsis no cuenta mucho. De hecho lo que cuenta
transcurre en las primeras páginas, pero la verdad es que no puede contar más
porque si no destriparía la novela.
Rachel, alcohólica y desempleada, coge todos los días el tren de las 8.04 haciendo creer que su
compañera de piso que va a trabajar. El tren para siempre en un semáforo cerca
de unas casas en un barrio residencial, unas casas que le gustan porque ella
vivió un tiempo en una de ellas. Cuatro casas más abajo Rachel observa a un
matrimonio al que le pone unos nombres y le inventa unas vidas idílicas.
Un día Rachel ve algo que no le gusta y empieza a involucrase más de lo que
debe.
Como veis yo tampoco os cuento mucho más, de hecho lo que cuento
ocurre en las primeras 50 páginas o menos, pero es que no se puede decir mucho
más. Es un libro que empieza muy lento, tan lento que a veces estás
deseando que pase algo. La trama, porque solo hay una, no hay pequeñas
subtramas que desarrollen más la novela, está narrada por tres voces. Tres
mujeres que nos aportarán su punto de vista de los sucesos. No todas serán
igual de protagonistas, Rachel será la que más nos cuente, yo diría que
un sesenta por ciento está narrado por ella. Las otras dos voces serán la de
Megan, la mujer del tren, que sale bastante menos que Rachel pero mucho más que
Anna, la tercera voz narrativa. Al ser narraciones en primera persona conoces
sus vidas y sus pensamientos, lo que en principio debería ser bueno porque
te haría empatizar con los personajes, pero no. Los personajes no hacen que
empatices con ellos, Rachel sobre todo es odiosa, por lo menos así
es cómo llegué a sentirme cuando leía sobre ella; te dan ganas de zarandearla
para hacerla reaccionar. No sé si esto es bueno o malo. Al principio pensé que
era malo, no me gusta no identificarme con el personaje, pero literariamente
hablando creo que es un buen recurso.
La novela tiene un ritmo lento, lentísimo. Estuve a punto de
dejarla en alguna ocasión, pero cogí fuerzas y continué. Cuando ya va entrando
en materia va mejorando. Rachel no puede dejar de involucrarse en las
vidas de los demás lo que la llevará a conocer a todos los personajes
de la novela (son pocos, muy pocos) y a intentar esclarecer ella misma lo que
ha ocurrido. ¿Por qué? Por varias razones, Rachel sabe que sabe algo, valga la
redundancia, pero no recuerda qué es porque estaba borracha, borrachisíma. Y
sus recuerdos de esos momentos se basan en lo que le cuentan los demás. Pero
las cosas no le cuadran, no entiende por qué, pero algo le dice que no todo es
lo que parece. Y efectivamente, no todo es lo que parece. Hacia el final es
cuando se da la vuelta de tuerca a la novela, y es donde algunos dicen que le
recuerda a Perdida de Gillian Flynn. Puede ser, a mí también
me lo recordó. Pero Perdida es mucho más, es mejor.
La chica del tren es una novela que como thiller es de las normalitas; no hay
mucho de dónde sacar, y la resolución entra dentro de lo normal, lo lógico de
la trama, y no es muy sorprendente. Yo creo que la originalidad de esta novela
es la forma en que está escrita, esa voz en primera persona, que te hace
conocer los más profundos pensamientos de la/las protagonista/s. Pero que en
esta ocasión, no he leído muchos libros en que esto me ocurra, no consigues
ponerte de parte del narrador.
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