La mansión de los gatos / Jiro
Akagawa ; traducción del japonés de
Bárbara Pesquer Isasi. — San Fernando de Henares, Madrid : Quaterni,
D.L. 2017. —400 p. ; 23 cm.
Los que me seguís habitualmente sabréis que el año pasado
leí la primera novela de esta serie de la gata Holmes y me encantó. En cuanto
me enteré que habían editado una segunda novela (no es la segunda
cronológicamente, eso lo explican en el prólogo, es en realidad la tercera; por
qué Quaterni ha decidido publicar esta sin haber publicado la anterior es un
misterio para mí) no dudé en hacerme con ella. Ahora os cuento mis impresiones.
Sinopsis oficial:
El detective Katayama de la Comisaría Central Metropolitana, viaja junto a su hermana Harumi a una pequeña ciudad residencial situada a las afueras de Tokio. Su objetivo es conocer el nuevo apartamento de su colega Ishidzu, un policía que quiere casarse con Harumi. Una vez en la pequeña ciudad comprobarán que su expansión es inevitable pues los dueños de la empresa constructora pretenden absorber los terrenos que ocupa una pequeña aldea tradicional colindante. Sin embargo, la propietaria de los terrenos, una misteriosa mujer que vive en una mansión rodeada de gatos, se niega a venderlos. Cuando, días después, la mujer aparece salvajemente asesinada junto a varios de sus gatos, los dos detectives deberán resolver el homicidio. Lo que en principio parecía un asesinato por motivos económicos, pronto comienza a complicarse, pues a medida que avanzan las investigaciones, aparecen más cadáveres y todo apunta a que los crímenes están siendo cometidos por bakeneko, gatos fantasma capaces de tomar forma humana que están llevando a cabo su sangrienta venganza. ¿Pero de quién y por qué quieren vengarse los felinos? ¿Se trata en realidad de gatos fantasma o todo tiene una explicación racional? Así comienza esta nueva entrega de Los misterios de la gata Holmes, un auténtico fenómeno editorial mezcla de comedia e intriga que ha vendido millones de ejemplares en Japón y ha convertido a su personaje, la gata Holmes, en uno de los más populares y queridos de la ficción nipona.
Impresión personal:
Katayama está de
visita en casa de su colega Ishidzu junto con su hermana Harumi, cuando reciben la visita de
un antiguo policía para contarles un suceso ocurrido con los niños en el
parque. Al poco se descubre un asesinato en una casa cercana a la de Ishidzu, y junto al cadáver de la anciana propietaria de la casa
aparecen once de sus gatos. Katayama recibe el encargo de investigar lo
sucedido…
En esta ocasión vemos un Katayama mucho más evolucionado. Ya no es tan sensible, aunque
sigue desmayándose a la vista de la sangre y sigue con su temor hacia las
mujeres, pero es menos “mindundi” y es
más profesional, más seguro de sí mismo en esos aspectos. Quizá ha perdido
ese aire inocente que me hizo “quererle” en la novela anterior. También es
verdad que al no disponer de la segunda novela de la saga vemos una evolución
mucho más marcada que si hubiéramos podido acceder al segundo libro.
En esta ocasión Katayama está acompañado por Ishidzu, tan peculiar como él ya que este detective tiene un miedo atroz a los gatos… y ¡claro! Katayama
no puede prescindir de Holmes en sus pesquisas. También tomará mucho
protagonismo en esta novela su hermana, Harumi, que parece estar iniciando una
relación con Ishidzu. Sus aportaciones serán tan interesantes como las de
nuestra querida Holmes.
En esta ocasión los
cadáveres se van sucediendo unos a otros, y las teorías de los detectives
van variando con cada luctuoso descubrimiento (desde pensar que han sido gatos
fantasmas, bankenko, muy tradicionales en la cultura japonesa, hasta otras
teorías diferentes). Volvemos a encontrar a Katayama en compañía de una misteriosa joven, y volvemos a ver cómo su torpeza
con las mujeres le mete en algún que otro lío. Pero no solo le encontraremos
acompañado de una hermosa joven, sino que tendrá que solventar un par de
“problemillas” relacionados con las mujeres que le rodean. Estas serán las ocasiones en que encontraremos esos toques de humor
característicos de Akagawa.
La resolución del caso, con un asesino inesperado, es
totalmente coherente y acorde con las pistas. Y Holmes será clave para descubrirlo. Pero debo deciros que en esta
ocasión he encontrado menos humor que en la primera novela.
En definitiva, una evolución tanto en el personaje de Katayama, no sé si para mejor o peor (a mí me parece que le faltaba esa chispa que le encontré en la anterior ocasión…), y una evolución en el tratamiento de la obra al perder un poco el sentido del humor del que hacía gala en la primera novela. Eso no quiere decir que no me haya gustado, pero quizá me parece mejor la primera. Espero que a pesar de mis pequeños “peros” os atreváis a acercaros a conocer a Holmes y su pequeña familia.