Esta es una obra que he estado viendo por la blogosfera en
varias ocasiones, calificada como de terror gótico me picaba mucho la
curiosidad. Encima me enteré que había un gato por ahí pululando, y eso hizo
que me animara a adelantar su lectura. Os indico desde ya que mi opinión va a
desentonar de las otras, y no creáis que será para mal.
Sinopsis oficial:
«Me llamo Mary Katherine Blackwood. Tengo dieciocho años y vivo con mi hermana Constance. A menudo pienso que con un poco de suerte podría haber sido una mujer lobo, porque mis dedos medio y anular son igual de largos, pero he tenido que contentarme con lo que soy. No me gusta lavarme, ni los perros, ni el ruido. Me gusta mi hermana Constance, y Ricardo Plantagenet, y la Amanita phalloides, la oronja mortal. El resto de mi familia ha muerto.» Con estas palabras se presenta Merricat, la protagonista de Siempre hemos vivido en el castillo, que lleva una vida solitaria en una gran casa apartada del pueblo. Allí pasa las horas recluida con su bella hermana mayor y su anciano tío Julian, que va en silla de ruedas y escribe y reescribe sus memorias. La buena cocina, la jardinería y el gato Jonas concentran la atención de las jóvenes. En el hogar de los Blackwood los días discurrirían apacibles si no fuera porque algo ocurrió, allí mismo, en el comedor, seis años atrás.
Impresión personal:
Merricat Blackwood vive
con su hermana Constance y su tío Julian en la casa familiar, los tres
solos desde que seis años antes murieran el resto de sus familiares envenenados.
Constance no sale de casa desde entonces, el tío Julian está recluido en una
silla de ruedas y Merricat, Mary Katherine, será la que se encargue de bajar al
pueblo y realizar las mínimas compras. En el pueblo el ambiente creado
alrededor de ellas es de hostilidad…
La narración de la novela es a cargo de Merricat, una joven
de dieciocho años un tanto peculiar. Es un acierto la elección del narrador
porque todo lo veremos desde su perspectiva, y será la que dé el toque inquietante a esta novela.
Merricat es extraña,
salvaje, indómita y un tanto infantil, a pesar de sus dieciocho años. Para
ella su casa es su castillo y tiene una serie de rutinas establecidas de las
que no le gusta que le aparten… Por eso cuando aparece en su vida un nuevo
personaje la cosa comienza a precipitarse.
Me parece un gran acierto que se cree una novela en la que
toda la trama se circunscriba a tres personajes, los demás que aparecen son
solo un aderezo a la historia. Pero no solo es un acierto, es que me parece de una gran maestría que consiga
engancharnos solo con estos tres personajes.
La atmósfera creada por la narración es inquietante y misteriosa, pero no tan
oscura como yo pensaba después de haber leído unas cuantas reseñas. El
personaje de Merricat ha conseguido “abducirme” y no solo he sufrido con ella,
sino que todo lo que me contaba me parecía de una verdad absoluta… (naif que es
una…).
Sirley Jackson construye un mundo en el que todo es intenso, tanto la maldad como
la ingenuidad, la brutalidad y la compasión… Los personajes son perfectos en su
imperfección, extravagantes, extraños, obsesivos…
La relación de Merricat y su hermana es sumamente especial, tanto en su obsesión, como en su
permisividad… Y, por supuesto, habrá un momento en que esa relación encuentra
una brecha que puede hacer que esta cambie definitivamente.