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martes, 3 de abril de 2018

Tartessos de Jesús Maeso de la Torre



Tartessos / Jesús Maeso de la Torre. — [Barcelona] : Edhasa,2003. — 564 p.


Bueno pues aquí estamos con mi primera lectura para mi Reto de Libros rescatados. Este que os traigo aquí entra en la categoría de Libro que no me ha gustado. Con esta nueva lectura (relectura) ¿habré disfrutado de él? Ahora os lo cuento.

Sinopsis oficial:

La sola mención de Tartessos, el nombre con que designaron los griegos el misterioso país de Occidente donde los fenicios obtenían el estaño, el oro y la plata que les convirtieron en una potencia comercial, evoca inmediatamente en el lector una cultura esplendorosa y enigmática de la que apenas ha quedado rastro, más allá del célebre Bronce Carriazo o el Tesoro del Carambolo. sin embargo, esta primera cultura urbana occidental, situada en la actual Andalucía, fue sin duda un enclave cuya importancia política fue de primera magnitud y fue faro de cretenses, griegos, fenicios, micénicos, etruscos y cartagineses.

El reinado de Argantonio (630-550 a. C.) engendró en el mundo griego arcaico un mito en el que Tartessos vino a simbolizar la felicidad y la fortuna, la riqueza y el buen gobierno y en esta etapa de la ciudad centra Jesús Maeso la acción de la novela, un impresionante fresco histórico del Mediterráneo de la época y un viaje fascinante a través de la historia.

Una intensa novela a medio camino la epopeya y el thriller histórico.

Impresión personal:

Hiarbas es un pentarca de Tartessos, encargado de los metales, y a través de él veremos la civilización de Tartesos, el reinado de Argantonio (el más famoso de los reyes tartessios) y sus relaciones internacionales. Hiarbas se embarcará, además, en la búsqueda de la desaparecida sibila del templo del dios.

Cuando leí esta novela hará unos diez años o más no me gustó porque me parecía que el autor utilizaba un lenguaje muy recargado. De hecho recuerdo perfectamente la gracia que me hacía que utilizara la palabra "exornar" para "adornar"; su reiteración me resultó llamativa. No recordaba mucho más de él salvo esa sensación de que no me resultó grata su lectura.

Bueno pues en esta nueva lectura tengo que deciros que, efectivamente, su lectura no me ha gustado nada. De hecho me alegro muchísimo de haber puesto esa pequeña cláusula en el reto de que si no podíamos con él lo podíamos dejar si llegamos al tercio de su lectura. Bueno pues de las 564 páginas que tiene yo tenía que llegar a la 190, y me ha costado Dios y ayuda llegar a ella. De verdad que ha sido un sufrimiento horroroso.

¿Por qué?, os preguntaréis. Bueno, pues os lo cuento. Maeso de la Torre utiliza un lenguaje muy, muy recargado, barroco, pomposo y abigarrado. Y sí, le entendía perfectamente, pero me parece que el lenguaje ha sido excesivo. Y mira que podría cuadrar perfectamente en los diálogos de los personajes, que al ser de época antigua podrían tener este tipo de habla, pero es que lo utiliza en toda la narración y de tan recargado que es hasta se te olvida qué estás leyendo.

A todo esto se le une que hace un uso excesivo, no, excesivo no, descomunal, exorbitante, de las descripciones. De cada tres párrafos, dos son descripciones. Lo describe todo: los vestuarios de los personajes, el contenido de la bodega de los barcos, las fiestas, las habitaciones, los metales, las relaciones personales... En fin, de verdad que podría haber hecho esta novela en menos páginas. De hecho en el primer tercio de la novela (y el único al que he llegado leyendo) no ocurre casi nada. Conocemos a los personajes principales: Hiarbas, Milo (un gadirita fenicio), la sibila o profetisa Anae, al rey Argantonio... y poco más. Justo cuando llegas a la página 190 es cuando acontece la desaparición de la sibila. Como parecía que empezaba a ser interesante, decidí seguir un poco más, pero llegué a la página 202 y no pude más. Me daba igual qué le pasaba a la profetisa, no podía aguantar ese tormento.

Y sí, es verdad que la documentación que hay detrás de la novela ha debido ser intensa y exhaustiva, pero los autores deben saber dosificar toda esa información y no soltarla así como así, por muy bien escrita (para mi gusto demasiado recargada, como os dije al principio) que esté.

En fin, que si no os importan las descripciones  extensas, intensas, infinitas y os gustan mucho las novelas históricas podréis disfrutar de esta novela. Pero si sois como yo, y lees y lees palabras sin encontrarles un sentido (por muy descriptiva que haya sido la intención del autor) entonces la dejareis pasar.